Por, Ricardo Abramovay**
El mundo no logra desvincular el crecimiento económico de los impactos causados por la insaciable sed de recursos naturales de los que depende la oferta de bienes y servicios. El cambio climático, la erosión de la biodiversidad y la contaminación (lo que Naciones Unidas denomina la «triple crisis planetaria») no se abordarán seriamente si la riqueza sigue basándose en la extracción cada vez mayor de los materiales que hoy en día sustentan el propio crecimiento económico.
Según el Panel Internacional de Recursos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PIR/PNUMA), existen cuatro materiales básicos cuyo ritmo de producción señala la calidad de la relación entre la sociedad y los recursos en los que se basa su reproducción: la biomasa, los minerales metálicos (hierro, cobre, oro, pero también productos como aluminio, mercurio, níquel, entre otros), los minerales no metálicos (arena, arcilla, esenciales para la construcción) y los combustibles fósiles.
En 2011, el PIR/PNUMA publicó el primer documento sobre el tema, cuyo título ya indica una ambición importante: «Desvincular el uso de los recursos naturales y los impactos medioambientales del crecimiento económico». ¿De qué trata?
En 1970, cuando la población mundial era de 3,7 mil millones de habitantes y el PIB mundial (en valores de 2015) alcanzaba los US$ 18 billones de dólares, los cuatro materiales sumaban US$ 30 mil millones de toneladas. El informe más reciente del PIR/PNUMA sobre el tema (Bend the trend, Pathways to a liveable planet as resource use spikes) muestra la explosión del uso de recursos. Actualmente, con una población de 8,1 mil millones de habitantes y un PIB mundial de US$ 93 billones (cifras de 2015), el sistema económico extrae cada año la asombrosa cantidad de 106 mil millones de toneladas de estos cuatro materiales. Desde 1970, la población se ha multiplicado por poco más de 2, el PIB por 5 y el uso de materiales por 3,5.
Esto significa que se han realizado importantes progresos, porque cada unidad de riqueza de los últimos 50 años se ha alcanzado utilizando una menor cantidad de materiales. Cinco veces más riqueza utilizando «solo» 3,5 veces más materiales indica, a primera vista, que se está logrando el objetivo de desvincular la riqueza del uso de los recursos. Entonces, ¿por qué el lema Bend the Trend del reciente informe del PIR/PNUMA? De la inmensa riqueza de este informe se pueden extraer cuatro respuestas a esta pregunta.
La primera es que, a pesar de esta «desvinculación relativa», en términos absolutos, la extracción de recursos sigue aumentando, aunque el ritmo de aumento sea inferior al del crecimiento económico. El aumento de 30 a 106 mil millones de toneladas anuales en la extracción de biomasa, minerales metálicos, minerales no metálicos y combustibles fósiles está comprometiendo, de forma irreversible, servicios ecosistémicos esenciales como el suministro de agua, el aire limpio, la estabilidad climática y la biodiversidad.
La extracción de recursos sigue aumentando, aunque el ritmo de aumento sea inferior que el de crecimiento.
La segunda respuesta a la urgente necesidad de «cambiar la tendencia» se refiere a las desigualdades. La huella material per cápita, que era de 8,4 toneladas anuales en 1970, pasó a 12,2 toneladas al inicio de la tercera década del milenio. Sin embargo, las desigualdades ocultas en estos promedios no pueden ser más impactantes: en los países de renta baja, la huella material per cápita en 2020 era de 4 toneladas. En los países de renta media más prósperos (incluidos China y Brasil), la huella cultural supera la media mundial y alcanza las 19 toneladas per cápita en 2020, lo que acerca a estos países a la media de los países de renta alta, que es de 24 toneladas per cápita.
Ciertamente, tiene que existir un margen para potenciar el uso de los recursos por parte de los países más pobres (para construir escuelas, hospitales, medios de comunicación y transporte), pero esto implica una reducción drástica de la huella material de los países ricos e incluso del segmento más próspero de los países de renta alta.
Esto nos lleva a la tercera respuesta sobre las razones para «cambiar la tendencia», que se refiere a la interacción de factores sociales, ecológicos, institucionales y tecnológicos a partir de los cuales se extraen y transforman los recursos naturales para satisfacer las demandas y necesidades sociales. El informe examina cuatro sectores económicos (alimentación, vivienda, movilidad y energía) mostrando que la premisa básica para reducir las desigualdades y, al mismo tiempo, las amenazas que encierra el creciente uso de los recursos es que debe producirse un cambio drástico en los patrones de producción y consumo. Y tales cambios no pueden depender de decisiones individuales.
Más allá de los autos eléctricos, la clave está en aumentar la movilidad colectiva y fomentar el uso y la reutilización de zonas céntricas para poner en marcha iniciativas como la «ciudad de 15 minutos». En el sector de vivienda, la idea de ciudades compactas y conectadas y el uso de materiales alternativos a los actualmente dominantes son las vías para reducir la huella material. En el sector de alimentación, más que aumentar la productividad de las zonas donde predomina la monotonía de los cereales para la producción animal, la prioridad es estimular la diversificación de las dietas y la correlativa reducción del consumo de productos animales, actualmente excesivo en la mayor parte del mundo.
La cuarta respuesta reside en el vínculo que el informe establece entre las nociones de justicia y suficiencia, una expresión que cada vez cobra más fuerza en la agenda de las organizaciones multilaterales. Es el concepto de suficiencia el que vincula la idea de «transición justa» al uso de los recursos. Los trabajos del PIR/PNUMA proponen incluso cambiar el enfoque de esta transición de la eficiencia a la suficiencia. Y es que la eficiencia en el uso de los recursos, aunque fundamental, tiene como contrapartida unos patrones de consumo que fomentan su extracción creciente. Por ello, el PIR/PNUMA insiste en el vínculo entre justicia y suficiencia.
En la lucha contra las desigualdades, apoyada en patrones de consumo que fortalezcan los bienes y servicios de una vida digna para todos, reside el núcleo de la consecución de una sociedad capaz de impedir que las ganancias de eficiencia sigan expresándose en la destrucción a gran escala de los fundamentos que sostienen la vida misma.
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* Esta es una traducción libre de Derecho, Ambiente y Recursos Naturales – DAR, cuya versión original fue publicada en portugués el 02 de agosto de 2024 en la página 10: a pegada material do crescimento. Valor Econômico, 02 ago. 2024. Disponível em: https://valor.globo.com/opiniao/coluna/reduzindo-a-pegada-material-do-crescimento.ghtml. Acesso em: 04 ago. 2024.
** Ricardo Abramovay es profesor titular de la Cátedra Josué de Castro de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo, autor de Infraestructura para el Desarrollo Sostenible de la Amazonia (Editora Elefante, São Paulo) y coautor del capítulo sobre bioeconomía del Panel Científico para la Amazonia.