Escribe: Mayra Dongo.
Derecho, Ambiente y Recursos Naturales
Cuando Magdalena tenía apenas dos añitos y andaba jugando en la balsa de sus padres, cayó al río. No pasó mucho tiempo para que su madre se diera cuenta de lo sucedido y empezara a buscarla. Su padre pensaba que había muerto debido a que no la encontraban. Luego de un tiempo su cuerpecito emergió de las aguas del Marañón y pudo ser rescatada. Ella sintió que algo del fondo del agua la hizo salir, algo la empujó. Su madre decía que “el agua cuando no te quiere llevar, tiene algo para ti. Es el río quien define tu destino”.
Hoy, Magdalena Chino, mujer Kechua, defiende los territorios indígenas de la cuenca del Marañón y a esos ríos que le dieron la oportunidad de seguir con vida cuando era muy pequeña. Ella vive en la Comunidad Sabaloyacu del Pastaza y fue dirigente de la Coordinadora de Pueblos Indígenas de San Lorenzo (CORPI-SL), donde se desempeñó como secretaria del Programa Mujer. Para ella es importante participar y promover que más mujeres participen en la defensa de sus territorios porque cada vez hay más amenazas que exponen la vida de sus comunidades, sus territorios y de sus ríos.
Un temor llamado Hidrovía
El Proyecto Hidrovía Amazónica es presentado por MTC como una alternativa bandera para asegurar el transporte fluvial en la Amazonía peruana. Para este propósito, en 2015, se desarrolló el proceso de consulta previa a los pueblos indígenas sobre los términos de referencia para el EIA-d, en el marco de la Ley N° 29785, Ley del Derecho a la Consulta Previa (reconocido en el Convenio 169 de la OIT).
Como resultado de este proceso, se tuvieron más de 60 acuerdos. Entre ellos la inclusión de sabios indígenas en el proceso de elaboración del EIA-d; y que de identificarse nuevas afectaciones a los pueblos indígenas en el desarrollo del EIA, se debería iniciar un nuevo proceso de consulta previa. Sin embargo, la transparencia en la información y el enfoque intercultural para un buen proceso de participación ciudadana no se han visto reflejados en el desarrollo del EIA-d, lo cual causa preocupación a la sociedad civil y a las organizaciones indígenas.
Entre el 23 y 30 de noviembre de 2018, se realizó la segunda ronda de talleres informativos del proyecto Hidrovía Amazónica, donde la concesionaria (COHIDRO) y la consultora (ECSA) mostraron los resultados preliminares de la Línea Base Social, Ambiental y Física, así como los principales impactos ambientales determinados hasta la fecha. En esta presentación no se mostró información sobre la relación de los pueblos indígenas con sus ríos, los aportes y saberes ancestrales de los sabios y sabias incluidos en el EIA-d, los beneficios directos para los y las indígenas, los estudios técnicos sobre los sedimentos de los ríos, ni el estudio definitivo de ingeniería que se desarrolla de manera paralela al EIA-d (más detalles sobre el EIA al final de esta historia).
Los pueblos indígenas y sus ríos
El río es vital para los pueblos indígenas de la Amazonía. Así, Magdalena cuenta que para el pueblo Kechua, el río Marañón es madre del río Pastaza que le provee de los peces grandes y, asimismo, los peces del Pastaza van al Marañón a desovar. Hay una relación sinérgica entre ambos. Que Magdalena no viva en el mismo Marañón no la hace ajena a este, lo respeta porque sabe que ahí habitan muchos seres además de los peces y animales; está la madre de las aguas, las puraguas, las yacurunas, bufeos, entre otros tantos seres que protegen al río y a las personas. Ellos permiten que los pueblos indígenas, al tener visiones, puedan comunicarse y saber en qué zonas de las “cochas” o río pueden estar y en cuáles no.
En los pueblos indígenas, y sobre todo entre los sabios y las sabias, existe temor por el proyecto Hidrovía Amazónica. No quieren que entren embarcaciones más grandes ni que se drague el río, pues esto haría que los peces y los animales que estas comunidades consumen, se marchen. Magdalena señala que los ancianos y ancianas han manifestado en sus comunidades que no deben aceptar el proyecto. Hay mucha desconfianza. Magdalena ha conversado con ellos y ellas, les han contado sus visiones y no serían favorables para los pueblos indígenas. Le han señalado que no habrá beneficios y que, por el contrario, podría haber pérdidas de recursos importantes para su subsistencia y que el río puede morir.
El dragado causa mucha preocupación a los pobladores. Han escuchado que la arena que removerán la colocarán donde viven otros animales, otros peces, otros seres, y los van a perder. Ellos no creen que no haya impactos como asegura la empresa.
Afectaciones diferenciadas
Como lideresa, Magdalena conoce la problemática de sus territorios desde la mirada de las mujeres. En la segunda ronda de talleres informativos, ni la empresa ni la consultora pudieron señalar si habían o no impactos diferenciados. Para Magdalena y las otras mujeres del Marañón esto es preocupante. ¿Acaso, realmente, no han evaluado si el dragado y el ingreso de grandes embarcaciones no las va a afectar a ellas?
“Quienes bajan a lavar todos los días, quien baja a recoger el agua todo los días, somos nosotros las mujeres”. Por eso, es importante que las mujeres indígenas escuchen, participen y opinen. De otro lado, el aporte de las mujeres en la economía de las familias también podría verse afectado. Varias de estas mujeres se dedican a la artesanía: “dentro del agua, encuentro esos ‘cangrejitos’, esos ‘churitos’[1], y de eso hago mi trabajo, mis chaquiras hago, todo en el monte”.
Magdalena señala además (sobre a quiénes afectaría la Hidrovía): a las mujeres, niñas, niños, ancianos. “Los ancianitos, sobretodo, los ves en los puertos anzueleando, jalan sus pescaditos, cogen dos o tres cunchicitos[2]. Luego, con su viejita, suben, cocinan, comen”. Esto le preocupa mucho. “¿Dónde van a parar esos peces que jalaban los ancianitos?… aunque ellos no hablan, te encargan [el mensaje], porque saben a dónde estás yendo [al taller informativo]”.
El dragado y la seguridad
“Y todo esto que va a entrar [las grandes embarcaciones] y el dragado, eso va a perjudicar a todos. No solo a los que viven a las orillas, sino a todos”. El temor porque los seres que cuidan se espanten es notorio puesto que no tendrían quién les proteja y se perdería la tranquilidad en dichas zonas.
Magdalena cuenta que cuando pasan por el monte, los ríos, cochas o pozas, siempre piden permiso. Por ejemplo, cuando la población Kechua entra al monte pide permiso: “amigo, amigo, yanasa yanasa, amiga amiga, permíteme pasar a otra parte, no te molesto, ni yo ni tú. Ayúdame más bien, cuídame”. Ella cuenta que la primera vez que van a una cocha, agarran un vaso con agua, lo beben y dicen “yanasa yanasa, amiguita amiguita, estoy tomando tu agua, que no vaya a pasar nada”, y no pasa nada. Son costumbres desde los abuelos de sus abuelos, y aún hasta ahora se practican.
Falta de transparencia y participación indígena
Durante el taller en San Lorenzo, Magdalena planteó cinco preguntas: ¿Habrán capacitaciones para las mujeres? ¿En qué proyectos se las incluirá? ¿Cuál será la edad de los hombres que contraten?, ¿Dónde irá la rayamama[3]?, ¿Cómo subsistirán los pueblos indígenas? Estas preguntas fueron apenas respondidas, se habló de capacitaciones en general para hombres y mujeres, sin destacar la diferenciación que pudiera haber en ellos.
Asimismo, se mencionó en reiteradas oportunidades que la empresa, una vez instalada, podría tener programas de responsabilidad social con los cuales canalizar algunas necesidades locales. ¿No es una forma de coactar a los pueblos indígenas mediante ofrecimientos privados la satisfacción de derechos básicos que el Estado debería responder? De otro lado, se señaló que contratarían a hombres mayores de edad, pero que estas contrataciones serían muy puntuales en determinadas temporadas puesto que, en realidad, solo se necesitaría la maquinaria especializada en el dragado.
Es comprensible que por la naturaleza del proyecto no se vaya a ofrecer necesariamente oportunidades laborales. Pero, las oportunidades que se generaron para el trabajo de campo del EIA-d no fueron incluyentes con los pueblos indígenas. Durante el taller en San Lorenzo, realizado el 29 de noviembre pasado, precisamente, se señaló que ningún profesional indígena fue parte de las brigadas de campo. Además, para el trabajo realizado en los ríos comprendidos en el proyecto, fueron contratados 511 apoyos locales, donde apenas 28 de estos provenían de comunidades nativas. Aun así, no pudieron precisar cuántos indígenas, varones y mujeres, participaron en campo.
De otro lado, tampoco se pudo responder de manera concreta cuáles fueron los aportes recogidos desde el saber y conocimiento de los sabios y sabias indígenas que hayan sido tomados en cuenta e incorporados en la elaboración del EIA-d. Al tratar sobre sus aportes, solo se mencionaban costumbres, tradiciones o seres sagrados, mas no hasta qué punto esta información había sido determinante para el documento en mención.
La falta de un enfoque intercultural, la poca transparencia en la información y la falta del cumplimiento de los acuerdos de la consulta previa, el 4 de diciembre de 2018, las organizaciones indígenas ORAU, CORPI-SL y ORPIO, durante la reunión del Grupo de Trabajo Multisectorial, manifestaron su desacuerdo total frente al poco compromiso el Estado y la empresa, así como la suspensión del diálogo en tanto no se cumplan con los acuerdos.
Ya se cuentan con aportes de la sociedad civil en materia técnica. También con la voluntad de participación y diferentes aportes de los pueblos indígenas, ¿serán incorporados? ¿De quién o de qué depende eso? El proceso de promoción de este proyecto ha logrado acuerdos a través de una consulta previa con los pueblos indígenas, ¿qué espera y necesita el Estado para su cumplimiento pleno?
Nota aparte: el EIA de la Hidrovía
Sobre el estado del EIA-d, este debió ser presentado según contrato en noviembre del año 2018, pero recién sucedió el 22 de noviembre, cuando el Servicio Nacional de Certificación Ambiental (SENACE), ente encargado de evaluar el proyecto, lo recibió. Como resultado de su revisión inicial, el 2 de enero, el SENACE declaró improcedente el EIA-d, debido a que el proceso de participación ciudadana no había finalizado[4], quedando pendiente (a la fecha de presentación del EIA-d) la realización del taller de participación en la localidad de Nauta, el cual fue inicialmente suspendido por no contar con las condiciones adecuadas, entre ellas, un intérprete indígena calificado.
El 11 abril, el SENACE emitió un informe con 50 observaciones para que cumplan con los lineamientos mínimos obligatorios del estudio de impacto ambiental, los cuales están establecidos en los Términos de Referencia- TdR aprobados para el proyecto. Por otro lado, la empresa debe resolverlas como fecha máxima el 30 de abril para para poder pasar de la etapa de admisibilidad a la siguiente etapa de evaluación. En el próximo periodo, correspondería un análisis más profundo del estudio presentado, incluyendo las opiniones de instituciones en calidad de opinantes técnicas y la aplicación de mecanismos de participación ciudadana.
[1] Pequeños caracoles de río.
[2] Una especie de bagre pequeño.
[3] Raya de río.