Escribe: Diego Saavedra Celestino.
Para la viabilidad de los proyectos de inversión, sobre todo extractivos, es necesario garantizar mecanismos de diálogo y participación amplia, permanente y con real voluntad intercultural. Además, un elemento sustancial y de fondo es la implementación de prácticas cotidianas que construyan confianza con la población local.
Esto, en muchos casos, termina siendo tarea pendiente para el sector privado y el propio Estado. No se trata solo de cumplir el marco legal –algo obligatorio–, también incluye innovación técnica, voluntad metodológica, y de transparencia en la información y en las formas como se desarrollan las actividades.
En el caso del Gasoducto Sur Peruano (GSP), uno de los proyectos de infraestructura más importantes del país, no debemos perder de vista estos elementos para revisar sus avances y lo que se viene.
En primer lugar, recordemos que, en 2011, la empresa Kuntur ya había obtenido la aprobación del EIA para la construcción del proyecto, pero quedó paralizado. Recién en noviembre de 2014, mediante el Oficio N° 2376-2014-MEM/AAE, se oficializa el traspaso del EIA aprobado a favor del consorcio GSP. Así se dio pase libre a la puesta en marcha del proyecto, con cerca de 30 km de derecho de vía y 5 km de tendido de tuberías.
Sin embargo, recientemente el contralor Fuad Khoury informó que dentro de 45 días estará listo el informe de la auditoría realizada a este proyecto, cuya inversión supera los 7300 millones de dólares, y en el cual se habrían cometido irregularidades durante su proceso de licitación. Por estos motivos, la Segunda Fiscalía Provincial Corporativa especializada en Delitos de Corrupción de Funcionarios abrió investigación.
Los indicios señalados por las autoridades exigen no solo una investigación, sino constituir estrategias para el monitoreo permanente. Es indispensable que se active un Grupo Técnico de Seguimiento Multisectorial, como lo tuvo el proyecto gas de Camisea, que incorpore a la sociedad civil y pueblos indígenas que están en sus zonas de influencia. El monitoreo o seguimiento técnico no es una actividad accesoria, es una oportunidad para fiscalizar, elevar estándares socio-ambientales y construir confianza.
Columna Amazonía y Buen Gobierno publicada en Diario Uno el martes 8 de setiembre de 2015.