Servicios ecosistémicos y el bienestar humano: Un millón de motivos para cambiar nuestra forma de actuar

May 14, 2019 | Noticias, Programa Cambio climático y bosques

Crédito foto: Georges Lissillour

Escribe: Hugo Che Piu.
Vicepresidente de DAR.

 En colaboración con el Programa Cambio Climático y Bosques de DAR.


Ahora que se ha conocido oficialmente el resumen para tomadores de decisiones del Informe de Evaluación Global de la IPBES[1] sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (Informe IPBES) está rebotando en todas las redes sociales que nos enfrentamos a una peligrosa declinación de la naturaleza que no tiene precedentes y que han puesto a cerca de 1 millón de especies en peligro de extinción. Lo dice el IPBES que es la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios del Ecosistema. IPBES es un organismo intergubernamental independiente, establecido por los Estados integrantes de la Organización de Naciones Unidas en 2012 y que en la actualidad cuenta con 138 Estados miembros y 66 Estados observadores.

Es el informe más completo sobre biodiversidad que mide su pérdida a escala global. Su antecedente más cercano, es la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (MEA por sus siglas en ingles) que se presentó en el 2005. El enfoque de la MEA fue el primero en evaluar los servicios ecosistémicos y sus vínculos con el bienestar humano y las necesidades de desarrollo. En aquella oportunidad se evaluaron 24 servicios ecosistémicos identificando que solamente 4 mostraban mejoras, 5 se encontraban más o menos igual, pero 15 de los servicios ecosistémicos evaluados se encontraban degradados. Por su parte el actual Informe IPBES usa el enfoque de contribuciones de la naturaleza a las personas; que se refiere a todos los beneficios que la humanidad obtiene de la naturaleza. Lo que incluye tanto los bienes y servicios  ecosistémicos, considerados por separado o en paquetes, así como aquellos aspectos de la naturaleza que pueden ser negativos para las personas. El Informe IPBES evaluó 18 categorías de contribuciones de la naturaleza, concluyendo que solo 3 de ellas se incrementan, 1 se mantiene igual y 14 categorías de contribuciones de la naturaleza han disminuido.

Estamos frente a un gran problema

Dicho informe nos advierte que la biosfera, de la que depende la humanidad en su conjunto, está siendo alterada en un grado sin paralelo en todas las escalas espaciales. La biodiversidad, tanto la diversidad dentro de las especies, entre especies y de ecosistemas, está disminuyendo más rápidamente que en cualquier otro momento en la historia de la humanidad. Algunos datos de dicho informe nos indican que, hasta la fecha, el 75% del medio ambiente terrestre está “severamente alterado” por acciones humanas, más o menos 290 millones de hectáreas de cobertura forestal nativa se han perdido entre 1990-2015 y más del 40% de especies de anfibios están en peligro de extinción. Asimismo, más del 85%: de los humedales presentes en 1700 ya se habían perdido para el 2000. Actualmente, la pérdida de humedales es tres veces más rápida, en términos porcentuales, que la pérdida de bosques.

Si bien mucha de esta degradación de la naturaleza ha buscado mejorar las condiciones de vida de los humanos, a la vez también tiene impactos negativos directos en nosotros mismos. Desde 1970, la población humana global se ha más que duplicado (de 3.7 a 7.6 mil millones). En ese mismo periodo la economía global se ha cuadruplicado y el comercio mundial se ha multiplicado por 10, lo que ha incrementado la demanda de energía y materiales, es decir, nos hemos duplicado en cantidad de personas, pero comercializamos como que si nos hubiéramos quintuplicado. Desde 1970, las tendencias en la producción agrícola, la captura de peces, la producción de bioenergía y la cosecha de materiales han aumentado, pero el 40% de la población mundial no tiene acceso a agua potable limpia y segura, más o menos 821 millones de personas se enfrentan a la inseguridad alimentaria en Asia y África y la contaminación plástica ha aumentado 10 veces desde 1980. Además, los que luchan por proteger la naturaleza son víctimas de violencia, según el informe del IPBES más de 1.000 activistas ambientales y periodistas han sido asesinados entre 2002 y 2013. Así en general, el problema del deterioro de la naturaleza no es solo un problema ambiental.

El Informe IPBES también nos dice que los rápidos y actuales descensos en la biodiversidad, las funciones de los ecosistemas y de los servicios ecosistémicos que nos brindan significan que la mayoría de los objetivos sociales y ambientales internacionales, como los que figuran en las Metas de Aichi para la Diversidad Biológica[2], la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible[3] y los objetivos del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres[4], no se lograrán sobre la base de estas trayectorias. Estas disminuciones también socavarán otros objetivos, como los especificados en el Acuerdo de París[5] adoptado en virtud de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y la Visión de 2050 para la Biodiversidad[6]. Se prevé que las tendencias negativas de la biodiversidad y las funciones de los ecosistemas continúen o empeoren en muchos escenarios futuros en respuesta a factores indirectos como el rápido crecimiento de la población humana, la producción y el consumo insostenibles y el desarrollo tecnológico asociado.

Sabemos cuáles son las causas

El Informe IPBES nos dice que “los impulsores directos del cambio en la naturaleza con el mayor impacto global han sido (comenzando con aquellos con mayor impacto): los cambios en el uso de la tierra y el mar; la explotación directa de organismos; el cambio climático; la contaminación; y la invasión de especies exóticas. Esos cinco impulsores directos son el resultado de una serie de causas subyacentes, los impulsores indirectos del cambio, que a su vez están respaldados por valores y comportamientos sociales que incluyen patrones de producción y consumo, dinámicas y tendencias de la población humana, comercio, innovaciones tecnológicas y gobernanza local a través de la gobernanza global.”

En países como Perú el cambio del uso de la tierra es más que un sospechoso común de la degradación de los ecosistemas, la pérdida de bosques y el incremento de las emisiones de gases efecto invernadero. El Informe IPBES nos recuerda que la expansión agrícola es la forma más extendida de cambio en el uso de la tierra, junto con una duplicación del área urbana desde 1992 y “una expansión sin precedentes de la infraestructura vinculada al crecimiento de la población y el consumo, se han producido principalmente a expensas de los bosques (en su mayoría bosques tropicales), humedales[7] y pastizales.” Ya la Estrategia Nacional de Bosques y Cambio Climático (2016)[8] nos había señalado que a nivel de bosques húmedos amazónicos las tres tres causas directas de deforestación son: (i) la expansión agropecuaria, (ii) las actividades extractivas ilegales e informales y (iii) la ampliación de infraestructura de comunicación, energía e industrias extractivas. Asimismo, el SERFOR[9] indica que “la apertura de vías es uno de los catalizadores [de deforestación] más importantes, ya que facilitan el acceso a zonas antes aisladas. Clara evidencia muestra que la intensidad de la deforestación es significativamente alta en la proximidad de ejes viales y fluviales, estos en conjunto explican el 62% de la deforestación”.

Si bien,la infraestructura tiene impactos directos pequeños en la deforestación, el problema es que la apertura y mejoramiento de carreteras o desarrollo de industrias extractivas pueden tener un efecto mayor como facilitadores o impulsores de las otras dos causas directas de deforestación[10]. Un estudio de DAR en el 2009[11] ya había advertido que los impactos directos ocurren en el derecho de vía, o muy próximos a éste, por efecto de la obra propiamente dicha. Estos impactos consisten en movimientos de tierras y uso de lechos de río como canteras. Pero los impactos indirectos (los más importantes y duraderos) son aquellos producidos sobre los procesos ecológicos, sociales y económicos, no solo debido al mayor acceso y al abaratamiento del transporte, sino también por las expectativas generadas. Así la infraestructura facilita la expansión agropecuaria y las actividades extractivas legales, así como las informales e ilícitas, las que cambian el uso de la tierra, degradando los ecosistemas, incrementando la deforestación y las emisiones de gases efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global, retroalimentando el tercer impulsor directo de cambio de la naturaleza identificado en el reporte de IPBES: el cambio climático[12].

Sabemos cuáles son las soluciones

El Informe IPBES nos dice que los avances en implementación de respuestas y acciones políticas para conservar la naturaleza y gestionarla de manera más sostenible, no son suficientes como para frenar los factores directos e indirectos del deterioro de la naturaleza. Por ello plantea como una necesidad un cambio transformador. Reconoce que dicha tarea no será fácil porque las actuales estructuras a menudo inhiben el desarrollo sostenible por lo que se requieren cambios estructurales fundamentales. Agrega, que si bien por su propia naturaleza, el cambio transformador puede esperar oposición de aquellos con intereses en el status quo, pero dicha oposición puede (y debe) ser superada por el bien público más amplio.

Para el Informe IPBES existen cinco intervenciones principales pueden generar un cambio transformador al abordar los impulsores indirectos subyacentes del deterioro de la naturaleza: (1) desarrollar incentivos y una capacidad generalizada de responsabilidad ambiental y eliminar incentivos perversos; (2) reformar la toma de decisiones sectoriales y segmentadas para promover la integración entre sectores y jurisdicciones; (3) tomar acciones preventivas y precautorias en las instituciones regulatorias y de gestión de instituciones y empresas para evitar, mitigar y remediar el deterioro de la naturaleza, y monitorear sus resultados; (4) administrar sistemas sociales y ecológicos resilientes frente a la incertidumbre y la complejidad para brindar decisiones sólidas en una amplia gama de escenarios; y (5) fortalecer las leyes y políticas ambientales y su implementación, y el estado de derecho en general.

La mayoría de estas intervenciones no son completamente nuevas, y algunas son bien conocidas y se han venido impulsando con diferentes niveles de avance. Pero han tenido que enfrentar embates de la promoción del “desarrollo” a través de incentivos perversos o a través del desmantelamiento de las leyes y políticas ambientales para promover inversiones, muchas de ellas de industrias extractivas e infraestructura y además asociadas a la corrupción, como ha ocurrido en el Perú[13]. Por ello también resulta muy difícil integrar las visiones de infraestructura con las de uso sostenible de la naturaleza. Pero la cooperación intersectorial, la segunda intervención principal propuesta por el Informe IPBES, nos da la oportunidad para mostrar un ejemplo de cómo las visiones sectoriales impiden abordar trade off entre sectores. Una visión sectorial nos diría que los sectores ambiente y bosques no tienen por qué inmiscuirse en los temas de infraestructura de transporte. Pero una visión integradora advertiría que la expansión de la infraestructura además de los prometidos beneficios económicos y sociales es un impulsor del cambio de uso de tierras, que degrada ecosistemas e incrementa la deforestación, además, de aumentar las emisiones de gases efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global. Esta retroalimentación del proceso de degradación de la naturaleza pone en riesgo el bienestar que la expansión de la infraestructura espera alcanzar.

No abordar la interdependencia de los sectores pone en riesgo el logro de metas globales y nacionales de conservación, desarrollo sostenible, riesgo de desastres y lucha contra el cambio climático. Por ejemplo, en el caso peruano, si no se comprendieran las interrelaciones entre el sector transporte y el sector de uso del suelo, cambio de uso del suelo y silvicultura nuestros compromisos nacionalmente determinados para cumplir el Acuerdo de Paris correrían serio riesgo de no lograr su propósito. Por ello DAR, en el estudio denominado “Carreteras y Deforestación en el Perú” (2018)[14] concluyó que es necesario del involucramiento del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) en las medidas de mitigación de sector uso del suelo, cambio de uso del suelo y silvicultura, a fin de reducir el impacto de las carreteras como drivers de deforestación. Es necesario superar las visiones sectoriales que nos llevan a ver las carreteras desde un análisis general aplicado a todas las carreteras rurales del Perú, sin hacer distinciones entre sus impactos directos, indirectos, acumulativos y sinérgicos, en diferentes regiones o ecosistemas; ni tener en cuenta que las carreteras también pueden ser catalizadores de actividades informales e ilegales y de una agricultura ni rentable y ni sostenible sobre tierras de uso forestal.

Conocemos los problemas, sabemos sus causas, sabemos sus soluciones… ¿Qué más nos falta para empezar hacerlo? ¿Cuántos millones más de especies en peligro de extinción necesitamos para empezar?


[1] Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas, IPBES por sus siglas en inglés.

[2] Aichi Biodiversity Targets.

[3] Sustainable Development Goals. 

[4] Sendai Framework for Disaster Risk Reduction.

[5] Acuerdo de París.

[6] Scenarios for the 2050 vision fot biodiversity.

[7] Nuevas amenazas sobre el humedal más grande y complejo del Perú, el Abanico del Pastaza. Lima: DAR, 2019. 8pp.

[8] Estrategia de Cambio Climático 2016.

[9] Global Green Growth Institute (GGGI), German Development Institute (DIE), Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR). 2015. Interpretación de la dinámica de la deforestación en el Perú y lecciones aprendidas para reducirla.

[10]  Carreteras y deforestación en el Perú. Lima: DAR, 2018. 20 pp.

[11] Sistematización y Mapeo de actores para los Ejes IIRSA Norte y Sur del Perú. Resumen Ejecutivo. Lima: DAR, 2009.

[12] Los drivers directos de cambio en la naturaleza con mayores impactos globales (comenzando con aquellos con mayor impacto) han sido: 1) cambios en el uso de la tierra y mar; 2) explotación directa de organismos; 3) cambio climático; 4) contaminación; e 5) invasión de especies exóticas.

[13] Impactos, intereses y beneficiarios de la Ley nº 30230. “Medidas tributarias, simplificación de procedimientos y permisos para la promoción y dinamización de la inversión en el país”.

[14] Carreteras y deforestación en el Perú. Lima: DAR, 2018. 20 pp.